domingo, 24 de mayo de 2015

Palabras

Palabras...
A veces una sola palabra puede cambiar el mundo. Una sola palabra. Un "te quiero", un "te amo", un "te necesito", un "te echo de menos", un "lo siento", un "hola", incluso a veces un simple "adiós". Y cuanto daño se hace con algunas palabras. Cuanta mentira, cuanta verdad que duele. Palabras que dicen mucho, y otras que dicen muy poco, o nada, palabras vacías.
Palabras que son difíciles de decir, no por la dificultad de su pronunciación, de su idioma, sino por la complejidad de su significado. Palabras, que significan tanto y a la vez no significan nada. Son sólo eso, letras unidas con algún sentido (a veces).

Otras, la inmensa mayoría, no se dicen con los labios. Se expresan con la mirada, las manos, o incluso, con silencios. 

Pero todas las palabras no quedan ahí. Algunas quedan en tu memoria, porque te recuerdan algo importante, otras quedan escritas en libros que jamás volverás a leer, en una botella en mitad del océano, en el corazón de alguien que ha perdido un poco de memoria, en un trozo de hoja guardado en el fondo de un cajón, pero algunas, la mayoría, se pierden con el tiempo, cuales barcos de papel....

Leí hace poco en un artículo de Albert Espinosa: "La gente se fija demasiado en las palabras y tan sólo son un montón de vocales juntas, un sonido que las personas emitimos y que no sirve casi de nada... la gente habla pero jamás hay que escucharles... solo sentir el sonido de su piel..." ¡Qué razón tiene este hombre en todo lo que dice!

Nunca es demasiado tarde para decir lo que se siente, o quizá si.  Al fin y al cabo, las palabras van y vienen. Las palabras vienen y van. Yo creo que algunas, además, tienen fecha de caducidad. Palabras que tienen un tiempo límite de validez, palabras que tienes que pronunciar en un momento u otro, pero que si no lo haces en ese instante, probablemente ya no podrás hacerlo jamás. 

Nos agarramos a palabras que no valen para nada, a palabras que salen volando con el viento, y perdemos el valor de lo que vale realmente. Nos agarramos a ellas, olvidando a veces lo más importante. Somos como titiriteros sujetos a palabras tan finas como la cuerda de ese trapecista; funambulistas que no recuerdan que para no caer, a veces no son tan necesarias.

Palabras que al final, quedan en sólo eso, palabras.

lunes, 19 de enero de 2015

A veces pasa

A veces pasa. A veces te pones a pensar en todo lo que te está pasando, en todo lo que ocurre a tu alrededor. A veces pasa. Un día tonto lo tiene cualquiera. 
A veces pasa. A veces recuerdas lo que has ido perdiendo por el camino, todos esos recuerdos que invaden tu mente cuando vas a dormir. A veces pasa. A veces piensas todo lo bueno que te está ofreciendo la vida en este momento. A veces pasa. A veces te cansas, te agobias. Muchas cosas por hacer y muy poco tiempo. A veces pasa. Unas veces te desanimas, tienes ganas de tirar la toalla, y otras te comes el mundo. 

Nos pasa a todos, ¿no? ¿O soy la única?

Creo que todavía estamos a tiempo de cambiar esto. El final de esta historia no ha llegado todavía. ¡Quién sabe dónde estaremos mañana! Podemos estar aquí, o allí. Podemos estar juntos o separados. Podemos encontrar al amor de nuestra vida, o perder al que creíamos que lo era. Podemos conocer a millones de personas más, a personas increíbles. Podemos vivir momentos bonitos, y otros que no lo son tanto. Podemos perder sentimientos, e incluso crear otros nuevos. Hay que vivir el hoy, lo repiten miles de canciones que escuchamos. Lo escuchamos todos los días.

Por eso, si recuerdas cosas que sabes que no volverán, ¡sonríe! Sonriamos, porque fueron momentos bonitos, porque forman parte de "nuestra historia". Si la vida te está ofreciendo todo lo bueno que te puedes imaginar, ¡sonríe!. Sonriamos, seamos afortunados en este sentido. Si te cansas, te agobias, ¡respira! Respira, toma aire, y sigue adelante. Sigamos adelante, porque todo pasa, y como dice esa canción que tanto me gusta "no hay río que atrás se vuelva, ni mal que cien años dure". Si estás desanimado, ¡canta! Cantemos, que con una canción los males siempre son menos. Y si nos comemos el mundo, mejor. Intentemos estar así siempre.

Además, siempre estamos a tiempo de cambiar las cosas. Recuerda, si no te gusta el final del cuento, suelta el bolígrafo, rompe la hoja y vuelve a escribir el guión. Siempre estamos a tiempo de darle un giro a nuestra historia.