lunes, 11 de julio de 2016

Soñar no es tan caro...

Dice por ahí un anuncio que "no tenemos sueños baratos"... ¿Cómo que no? Me van a permitir que les lleve la contraria. Bueno, a medias, yo me entiendo. 

Es posible que todos soñemos con dar la vuelta al mundo, visitar todas y cada una de las ciudades (incluso las más desconocidas), comprarnos un coche nuevo, tener un apartamento en la playa, cerquita del mar, una casa perdida en mitad de la sierra, con su gran chimenea para pasar el invierno, tomarnos un año sabático, quitarnos de encima todas las deudas, comer en los restaurantes más caros, ir a todos los conciertos posibles... Eso no lo niego, yo también los tengo. También haría todo eso si me tocase alguna vez la lotería. Pero...




Pero... No todos los sueños son tan caros. A veces, tenemos sueños al alcance de nuestras manos, delante de nuestros ojos y, además de ser baratos, son, en principio, facilísimos de conseguir. Llamémoslos sueños sencillos. 


No será la primera vez (ni la última) que me escuchéis decir (o leáis en el blog) cosas así, pero es que ser feliz es mucho más sencillo (y barato) de lo que imaginamos.  

A veces es mejor perderse por las calles más estrechas de la ciudad, o un paseo nocturno a la orilla del mar que cualquier viaje alrededor del mundo. 
A veces es mejor una vuelta en bicicleta que el mejor de los coches.
A veces es mejor una cena en casa, con los amigos, que cualquier casa en la playa. 
A veces es mejor una manta, que cualquier chimenea de una casa rural. 
A veces es mejor tener a las mejores personas del mundo a nuestro lado, que poder pagar todas las deudas. 
A veces es mejor una bolsa de pipas, una larga conversación y buena compañía, que cualquier restaurante italiano. 
A veces es mucho mejor que alguien te dedique la presentación de los Molina, que te manden un audio con ese final de popurrí del Sheriff, o te canten al oído ese pasodoble de Tino Tovar, que cualquier concierto que puedas soñar. 

A veces es mejor seguir hablando con amigos y que, aunque llevéis años sin veros, cuando os encontráis no haya pasado el tiempo. Es increíble ver como un abrazo, un simple gesto, puede hacerte sonreír sin motivo. A veces, sueñas solamente con descubrir que cualquier detalle es importante, por insignificante que sea. 

Estoy segura que estos sueños son muchísimo mejores que los primeros, aun siendo baratos y, a veces, incluso, sin costarnos nada, pero dando mucho a cambio. 

Podemos ser felices con muy poco, ¿no creéis?