martes, 30 de julio de 2013

¿Se puede echar de menos algo que nunca ha ocurrido?


Hace unos días plantee por Facebook, Twitter y Whatsapp la pregunta que da título a la entrada de hoy: “¿Se puede echar de menos algo que nunca ha ocurrido?”. Ante mi asombro, todas las personas que me contestaron (salvo una) dijeron que no, alegando motivos del tipo: “es imposible echar de menos algo que no conoces”, “si no se conoce, no lo puedes echar en falta”… Y ahora yo vuelvo a preguntar…
¿No habéis echado de menos algo que nunca ha ocurrido? ¿De verdad no echáis en falta esos besos que nunca se han dado, ese abrazo que te pudo dar la vida en ese momento o eso que no dijiste? ¿De verdad no echáis de menos eso que soñasteis, sí, eso que parecía tan real que cuando despiertas quieres vivirlo? ¿De verdad no echáis de menos todo aquello que imagináis, todo lo que os gustaría que pasara, eso que quieres que suceda y no llega?
Esas caricias, esas miradas… ¿De verdad creéis que no se puede echar de menos a alguien que no conoces? A ese alguien que te devuelva esa sonrisa cuando estas triste, a ese que te diga algo que te haga sentir mejor.
A todo eso me refería cuando preguntaba.

¿De verdad no habéis echado de menos nada de esto? ¿Nunca? Permitidme que os diga que no lo creo

domingo, 14 de julio de 2013

Pero... ¿Y lo que no pasa?


Hace unas cuantas noches me dio por pensar algo.
Dicen que todo pasa porque tiene que pasar, que todo sucede por una razón, que todo tiene un porqué, aunque nos cueste verlo. Dicen que el destino nos lo tiene "guardado" y que no existen las casualidades.
Dicen que todo está escrito y que no lo podemos borrar. Que si hay algo que esté destinado a suceder, sucederá, tal vez no ahora, sino más tarde, en el momento adecuado, con la persona correcta y por la mejor razón que podamos imaginar.
Dicen que todo lo que pasa en esta vida tiene un motivo, aunque no sea aparente, o eso dicen.
Pero....
¿Y lo que no pasa? Me refiero a todas esas cosas que pudieron ser y no fueron, a todo aquello que podría haber pasado y no ha pasado. ¿Todo eso también tiene un "motivo" por el que no nos suceden? ¿El destino del que tanto hablan también nos tiene "guardado" lo que no nos tiene que pasar?
Esa noche me acosté dándole vueltas a eso, y pensando en todas esas cosas que no me han pasado, en todo aquello que se planea y que nunca llega a pasar, en todo aquello que no se hace, en todos los lugares que no he visitado, todas las personas que he conocido, y las que me quedan por conocer. Es esas cosas que no hemos descubierto, aquello que no hemos sufrido, esos abrazos y besos que no hemos dado, esas películas que nunca fuimos a ver al cine, esos libros que nunca hemos leído y que siguen guardados en esa estantería del salón, esas cosas que nunca conté, y quizás debí haberlo hecho en su momento. Y también en todas esas veces en las que he pensado eso de... ¿y si...?.

Dicen que la vida es como uno de esos puzzles en el que cada pieza tiene su lugar, una razón y un porqué, y que no se puede insistir en poner piezas donde no caben... Tal vez todas esas cosas que "no pasan" son esas piezas imposibles de encajar en el rompecabezas, ¿no?.

martes, 2 de julio de 2013

Tormentas de verano

No hay nada como tumbarse en la cama, apagar todas las luces, poner la música muy bajito, y escuchar y ver por la ventana la lluvia, los relámpagos, los truenos, esas nubes negras... Cerrar los ojos y ponerte pensar en el día, en lo que has hecho, en lo que te queda por hacer. Pensar en el mañana. Recordar momentos vividos, imaginar momentos que te gustaría vivir. Pensar en las palabras que te han dicho, en las personas que has conocido. Pensar en las casualidades, en el destino, en la vida, en general. Pensar en el pasado, cuestionarte el presente, y maquinar un futuro. Un futuro que, a lo mejor, no tendrá nada que ver con lo que vendrá, pero que tu, en ese momento, eres feliz pensando que puede suceder. O, mejor, cerrar los ojos y evadirse del mundo. Dejar la mente en blanco y no pensar en nada, simplemente escuchar las letras, sentir las notas y melodías de esa canción que suena en la radio. 
No hay nada mejor que ese olor a tierra mojada, que te lleva, sin moverte del sitio, en un instante a tu infancia, a ese lugar, a ese momento.
Lluvia. Sofá. Película romántica. Palomitas. Helado de chocolate. Buena compañía. Un plan perfecto. 
Salir a la calle, y correr, cantar y bailar bajo la lluvia, dejando que ésta se lleve todos tus problemas en un segundo. 
¿Nadie se ha bañado nunca en una piscina mientras llovía?
Y, ¿quién no ha soñado nunca con ese mítico "beso bajo la lluvia"? Un beso de esos que salen en todas las películas y series románticas, pero que, en realidad, nunca es así de bonito.
Creo que no hay nada mejor.  Esas tormentas que no avisan, que llegan así, sin más, en un día de lo más caluroso. Tormentas que detienen el tiempo para ti, que son capaces de trasladarte, con su sonido o su olor, a otro lugar, a otro tiempo. Y no, no estoy loca. Me apasionan las tormentas (en cualquier época del año, no sólo en verano), aunque creo que soy la única en la faz de la tierra a la que le gustan tanto estas "tormentas de verano".