jueves, 21 de noviembre de 2013

Todo cambia

Párate un momento. Deja lo que estés haciendo. Mira a tu alrededor.
¿Lo has notado? ¿Te has dado cuenta? ¿No?
Te pones a pensar, echas la vista atrás, y ves cómo, en un abrir y cerrar de ojos, cambian miles de cosas.
Te replanteas cómo era tu vida antes, y a veces no hace falta irse 10 años atrás, sólo un par de ellos, incluso, sólo unos meses, y ves cómo eran las cosas antes, y como son ahora. Aunque, aparentemente, haya cosas que sigan igual, hay otras muchas que han cambiado. Y es que la vida cambia continuamente. Incluso nosotros mismos cambiamos. Sí, y no sólo físicamente. Cambiamos nuestra forma de pensar, de afrontar las cosas. Cambiamos de cara a los demás. Cambiamos nuestros gustos, incluso. Cambiamos nuestros sentimientos, o eso intentamos creer, porque creo que hay sentimientos, sensaciones, y emociones que no cambian nunca, por mucho que lo intentemos.
Ese escalofrío al pasar por aquel lugar especial, esa sonrisa tonta cuando te acuerdas de aquella canción que alguien te dedico un día, esa rabia al saber que pudiste hacer las cosas de otro modo, y quizás, no pensaste demasiado antes de actuar. Esa sensación al escuchar esa melodía. Creo que estas cosas no cambiarán nunca, aunque cambiemos nosotros. O maduremos, o nos hayamos dado cuenta de cómo son las cosas en realidad, cómo quieras verlo.

Sí, todo cambia. Piensas en este instante en el que todo cambio, pero no encuentras una razón, una explicación, un motivo que lo justifique... ¡Las cosas son tan distintas de la noche a la mañana!

Entonces, cierras los ojos, y solamente escuchando el choque de las gotas de lluvia en tu ventana, o simplemente una canción de Vanesa Martín que suena en la radio (si, esa que dice aquello de “…todo va cambiando, el gobierno y la gente, ciudades de paso, y bocas que mienten, cuando dicen que viven, cuando dicen que sienten…”), imaginas tu mundo ideal. Abres los ojos y visualizas en tu mente cómo sería la vida si no hubiese cambiado nada, si todo fuese igual. Qué monotonía, ¿no?

Creo que el fondo es bueno eso de que las cosas cambien. La vida, sería un tanto aburrida, creo. Hemos vivido tantos nuevos momentos, hemos cambiado de ciudad, hemos conocido a miles y miles de personas. Sí, personas de esas que te marcan o de esas que pasan desapercibidas, o incluso aquellas que jamás hubieses imaginado conocer. Y si, por qué no, aquellas personas que son “imprescindibles”, aquellas con las que sientes que “sin ellos, nada tendría sentido”. ¿De verdad crees que si nuestra vida continuase igual desde el principio, habríamos vivido todo eso? 
Creo que somos como piezas de dominó. Si cae una, todas caen detrás. Es más, si en algún momento, alguien cambia de posición una sola pieza de ese dominó, cambia por completo el curso del juego. La ficha que hay que colocar cambia de posición también, e incluso, a veces, hay que cambiar de ficha. Si algo cambia, ese algo conlleva que otra cosa cambie, y ésta a otra, y así todas, como una cadena.


Y es que las cosas cambian, es ley de vida, no podemos hacer nada por impedirlo. Las piezas de ese dominó no pueden quedarse toda la vida en el mismo lugar. Dicen que es el destino quién lo tiene escrito, no sé. Me gustaría pensar que es así.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Si quieres

Te invito a disfrutar de la vida, a saborear cada momento, a comernos el mundo y no la cabeza, a salir a la calle con una sonrisa a cada paso, a ser como hojas que vuelan con el viento, a correr sin rumbo fijo, a ir lejos, dónde nos lleven los pies, a reinventarnos, a empezar de cero, a soñar despiertos, a recordar, a olvidar los problemas.
Te invito a estar ahí, a gritar alto, con todas nuestras fuerzas, a escuchar, a superar huracanes, a dar una segunda oportunidad, pero sólo al que la merezca, a enlazar nuestros mundos una vez más, a vivir la vida minuto a minuto, segundo a segundo, a no preocuparnos por nada, a reírnos de los que nos critican, y a querer como nunca a los que están a nuestro lado.
Te invito a dar los besos que no se dieron, y fueron merecidos, a echarle un pulso al comecocos y a cantar a todo pulmón. Te invito a sonreír, a ser feliz, a disfrutar, a conocer, a investigar, a bailar toda la noche. Te invito a irnos lejos, muy lejos, a mirar las estrellas desde tu terraza, a buscarle forma a las nubes, a mil abrazos infinitos, a vivir más lentamente, más tranquilos, a contar las estrellas para “saber cuánto te quiero”. Te invito a caminar, a respirar hondo, y ¿por qué no?, te invito a equivocarnos, a caer mil veces en un mismo lugar, a ayudar, a dar consejos, y a aceptarlos, a pensar, a entender, a impulsarnos, a saltar alto, a soltarnos. Te invito a asumir los errores y a volar sin levantar los pies del suelo.
Porque cada día es único y eso es algo que aprendí con el tiempo. Por eso, y mucho más, te invito a aprovechar el día al máximo, a vivir cada momento como si fuera el último (cómo dice esa canción de Álex Ubago) y a valorar los buenos recuerdos.


Te invito a todo esto, y mucho más… si quieres.