viernes, 30 de agosto de 2013

El álbum de las paradojas


Ese grano de arena que nunca resuelve el problema.  Esa gota de agua que colma el vaso.  Esa hoja que vuela con una ráfaga de viento. Esa palabra que nunca se dijo.  Ese beso que nunca se dio.  Una mirada perdida. Ese montoncito de arena que se desmorona al pasar. Ese castillo de cartas que se cae con un simple soplido. Las notas de una canción que nunca sonó. Los acordes de una guitarra que no se ha tocado. Un cristal que cae el suelo y se rompe en mil pedacitos. Esa burbuja que estalla ante tus ojos. La luz de un faro que ya se ha apagado. Las escaleras que nunca se han pisado. Esa camiseta vieja. Ese avión de papel que se arruga. Las hojas de un libro que nadie ha leído. Un caballero sin espada. Un héroe sin princesa. Una rana sin beso. Los pétalos de una flor que caen al ritmo de "me quiere, no me quiere". La tinta de un bolígrafo que se está acabando. Un barco sin mar. Un profesor sin alumnos. Un arco iris sin colores. Un cielo sin sol, luna ni estrellas. Un puerto sin barcos. Un puente sin río. Una noria que nunca gira. Un espejo que no refleja. Una pareja sin sexo. Un callejón sin salida. Una pregunta sin respuesta. Líneas de un folio sin escribir. Un mirador sin vistas. Dormir sin soñar. Una caricia que no se da. Una carta sin contestar. Un corazón sin latido. Una lágrima sin dolor. Una sonrisa sin felicidad. Una voz sin razón. Un baile sin canción. Una luz sin oscuridad. Una respiración sin aliento. Una cárcel sin presos. Una ciudad sin casas. Un campo sin flores. Blancanieves sin manzana. Bella sin Bestia. Una duda sin explicación. Un abismo sin oscuridad. Un concierto sin fans. Una radio sin sonido. Un norte sin sur. Un camino sin huellas. Un billete sin viaje. Un relámpago sin trueno. Una tormenta sin lluvia. Una hoguera sin fuego. Una aguja sin pajar. Una brújula que no señala el norte. Una cometa sin viento. Un desayuno sin diamantes. Una ida sin vuelta. Una herida sin cicatriz. Unos amantes sin escondite. Unos niños sin piruletas. Un bufón que llora a escondidas. Un pentagrama sin notas. Un invierno sin frío, un verano sin calor. Una esquina sin calle. Un caramelo amargo. Una depresión sin chocolate. Un rock sin roll. Lágrimas con sabor a felicidad. Sonrisas que esconden tristezas. Esos amores prohibidos. Soledad en medio de mil personas. Compañía ante nadie.  
Una cerveza sin espuma. Unas fresas sin nata. Una pecera sin pez. Una burbuja sin jabón. Unos ojos sin color.  Esos secretos contados. Un capitán sin tripulación. Un mar sin olas. Un avión sin alas. Una casa sin ventanas. Un velero sin timón. Un océano sin olas. Una sirena sin canción. Un silencio incómodo. Una canción sin recuerdo, y un recuerdo sin canción. Una vía sin tren. Un Neruda sin poemas. Una isla sin tesoro. Un burka sin amor. Un marco sin foto. Una flor sin olor. Una voz que no dice nada. Ruecas sin Bellas Durmientes. Un reloj que no marca las horas. Un adiós sin despedida. Una lluvia que no moja. Una película sin guión. Una fábula sin moraleja. Un replique sin campanas. Un cine sin película. Un cuento sin final. Un "te quiero" sin sentirlo. Un ron sin cola. Una "Campanilla" sin "Peter Pan". Un reloj sin arena. Barcos de papel mojados. Un parque sin columpios. Un amor sin dolor. Una flecha sin arco. Una conversación por messenger sin zumbidos. Un lápiz sin goma. Un banco sin patas. Un mensaje sin botella. Un pirata sin parche. Un calendario sin días. Un "Papa Noel" sin regalos. Un diente de león sin viento. Una carta sin destinatario. Un botón sin ojal. Una veleta sin dirección. Un otoño sin hojas. Un cuerpo sin sombra. Un diablo sin infierno. Un ángel sin cielo. Un loco con cordura. Un teatro sin comedia. Un "Calisto" sin "Melibea". Un tequila sin sal ni limón. Un segundo infinito. Un suspiro sin sentimiento. Un boomerang que no vuelve. Un Quijote sin molinos. Un Descartes sin Platón. "Drácula" sin colmillos. Una duna sin desierto. Un oasis sin agua. Un cupido sin flechas. Un hechizo sin bruja. Un hada sin varita. Una chistera sin mago. Una flor marchita. Una promesa que no se cumple. Unas señales sin humo. Una montaña sin tierra. Una princesa sin corona. Un árbol sin hojas. Una flor sin pétalos. Un cementerio sin tumbas. Un árbol sin frutos. Una cigüeña sin campanario. Un río sin agua.  Una noche sin luna. Un amanecer sin luz. El amor sin cariño. Una canción sin notas. Un corazón sin latido. Unas venas sin sangre. Un capote sin torero. Un zumo sin sabor. Un cuadro sin pintura. Nueva York sin rascacielos. Una carta sin letras. Sexo sin amor. Una estrella fugaz sin deseo. Un fuego sin llamas. Un globo sin aire.  Una persona sin edad. Un buzón sin cartas. 
Como una vida sin vivir, un pasado sin presente, un presente sin futuro. Como un ayer sin hoy,  y un hoy sin mañana. Como un caminar sin destino. Como la muerte sin vida. Como una tensión sexual no resuelta. Como esos segundos eternos, y horas que pasan volando. Como un tiempo que no pasa. Como un "malos días, princesa". Como Jaén sin olivos. Como amar sin ser amado. Como una ida sin vuelta. Como un principio sin final. Como un "tu sin mi, y yo sin ti". 

Se que para muchos esta entrada no tiene mucho sentido, pero si os paráis a pensar, tiene mucho, o al menos para mí. Porque la vida está llena de pequeñas paradojas. De paradojas que hacen de todo algo especial. De paradojas que encuentras día a día, en cada rincón, en cada palabra, en cada gesto. Es más, cada uno de nosotros, en cualquier momento de su vida se ha sentido así, como que en ese momento estaba "vacío", que "le faltaba algo" para poder ser él mismo. Porque, en definitiva, somos eso, una serie de paradojas que debemos encontrar para completar ese "álbum". El álbum de las paradojas. 


viernes, 16 de agosto de 2013

Y los sueños, sueños son


Morfeo te empieza a atrapar en mitad de la noche. Y, en medio de una habitación oscura, ya no eres dueño de tus pensamientos, de tus deseos, ni de tu mente. Miles de imágenes, de momentos, de personas, de colores, pasan por delante de ti en ese instante. Como protagonista de una película, ahí estás tú, soñando. Unas veces eres protagonista de ese sueño, otras, sin embargo, te ves como un espectador, que ve todo lo que pasa a su alrededor sin poder hacer nada para impedirlo.
Sueños, miles de sueños que has tenido a lo largo de toda tu vida. Sueños bonitos, sueños raros, incluso pesadillas. Sueños de lo más común (como en esos que sueñas que te persiguen, o te caes desde un rascacielos muy alto), y sueños dignos de ser investigados por Iker Jiménez en "Cuarto Milenio" (sueñas que te operan de apendicitis y no te hace efecto la anestesia, sueñas con alguien al que hace mucho tiempo que no veías, sueñas que se te caen los dientes, que caes en paracaídas y no se abre… y muchos de estos por el estilo). Sueños de esos que son tan reales que, al despertar, no sabes si los has soñado o los has vivido. Sueños de esos que podrían hacerse realidad.
Pero a veces no hace falta estar dormido para soñar, también se puede soñar despierto. Te quedas mirando a un punto fijo, sin hacer caso de nada de lo que hay a tu alrededor, y empiezas a imaginar situaciones, momentos, conversaciones, que sabes que, a lo mejor no llegan a suceder, pero que se te escapa una sonrisa tonta al pensar en ellos.
Sueños... no tienen porque ser así. Un sueño también es un propósito que quieras cumplir, algo que quieras hacer con todas tus fuerzas. Desde pequeñitos, y no tan pequeños. ("Sueño con ser maestra", "sueño con tener una casa enorme cerca del mar" "sueño con tener a mi lado a un príncipe azul").
Pero hay sueños que van más allá de ser un deseo, de ser una ilusión. Un sueño es una meta que te propones. Un sueño no es imposible de realizar, sólo hace falta estar dispuesto para poder alcanzarlos.
Incluso soñar significa que en tu vida, aunque no sea perfecta, pasas por momentos que sí lo son, momentos de esos que no parecen verdad, de esos que quieres pellizcarte para saber si estás despierto. Momentos de esos en los que "si son un sueño, no te gustaría despertar".
Hay veces, incluso, que todo sería mucho más fácil, mucho más sencillo, y mucho más bonito, si se pudiese soñar la realidad, soñar lo que uno vive, transformarlo en un sueño más, o en una pesadilla, y poder vivir todo aquello que soñamos.
Soñar es una forma de evadirnos, de olvidarnos de los problemas, de hacer que desaparezcan por unas horas. Una vía para imaginar un mundo mejor, un mundo ideal, “nuestro mundo perfecto”.

Calderón decía aquello de “y toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”, pero hay veces que la vida, que la realidad supera a los sueños, para bien, o para mal, pero los supera.