Y un día, después de mucho
tiempo, una conversación hace vibrar algo en tu interior. No se puede explicar
qué es, sólo puedes decir que sientes nostalgia al “revivir” esos momentos,
aunque sea sólo leyéndolo en unas líneas, unas simples líneas que pueden
encerrar miles de recuerdos.
Y así es, hoy, después de 7 años,
he vuelto a hablar con un viejo compañero de clase, que más que compañero, con
el tiempo, se convirtió en un buen amigo, en, casi un hermano, aunque la
distancia y los estudios, nos llevaron a no saber nada el uno del otro, hasta
hoy.
Pues si, 7 años después y los dos
seguimos recordando todo aquello como si fuese ayer. A él, y a otros muchos más
que conocí en esa clase, les debo muchas cosas y gracias a ellos tengo
recuerdos maravillosos de esos años de instituto.
Aunque si, hubo peleas, y muchas,
y casi todas por tonterías, pero los buenos momentos ganan a los malos por goleada.
¿Quién puede olvidar aquellas locuras en el recreo, en el pasillo esperando al
de religión, el tirar notas al suelo para decirnos algo, nuestros planes de
futuro ( que si íbamos a estudiar lo mismo, en el mismo lugar, íbamos a vivir
en el mismo piso, íbamos a ser los padrinos de nuestras respectivas bodas,
nuestros hijos estarían en la misma clase, como nosotros, y se harían novios….),
aquellos días en los que nos copiábamos de los deberes, y nos pillaban, cuando
nos poníamos a ver fotos de cuando éramos pequeños, esos bailes, nuestro
grupito de los “fuego”, porque éramos todos signos de fuego, esas manías, esas competiciones amistosas para ver quien
sacaba más nota, y así miles de cosas. Tantos y tantos recuerdos
quedarán para siempre en nuestra memoria, porque lo se, lo intuyo, porque aunque
vuelvan a pasar otros 20 años más, cuando volvamos a recordar todo esto, será
como si todavía estuviésemos en aquella clase, y fuésemos esos adolescentes
locos de entonces.
(JB)
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